Miércoles en la
tarde y miraba mi teléfono con la esperanza de que llegara un mensaje que me
sacara del aburrimiento. Por primera vez en mucho tiempo no estaba viendo
a alguien pues había terminado con Michelle, mi amor platónico de
universidad. La relación estuvo bien por los primeros dos años pero hacia
unos meses que la chispa había mermado dado a la falta de tiempo juntos.
Era un momento de crecimiento profesional para mí pues había aceptado una
posición como socio en otro bufete y este movimiento tenía mi agenda
llena. Eso había sacado de mi vida a Michelle pues ella tenía otros
planes que evidentemente no iban alineados a los míos.
Como había hecho por
el pasado mes salí sin rumbo a buscar que comer y como tenía que hacer unas
compras fui al centro comercial. No soy de tardarme mucho en mis compras
así que llegue rápido a un restaurante que había abierto recientemente. Como
estaba lleno solo pude encontrar un lugar en la barra, cosa que no era nueva
para mí pues solía sentarme solo a comer. Me senté y luego de un rato
ojeando el menú ordene la comida que me sugirió el cantinero. A lo que
esperaba tome mi celular y empecé a ver mis redes sociales esperando enterarme
de las últimas noticias de mi entorno. Ya cuando no tenía nada que ver se
me ocurrió compartir mi localización para que la gente se enterara que ya había
ido al nuevo restaurant. Recibí varios mensajes deseándome buen provecho
y bromas sobre el tiempo de espera que usualmente se crea cuando algo es
nuevo. Llego la comida la cual no lleno para nada mis expectativas
y cuando estaba por pagar la cuenta entro la llamada de mi amiga
Claudia, si la misma Claudia que hacía varios años me había dado una de las
mejores noches de mi vida. Ella había visto mi localización y me decía
que estaba en la isla nuevamente y que si la esperaba un rato me
acompañaba. Le dije que había terminado pero que con gusto podíamos tomarnos
un café. No la veía desde aquella noche y confieso que estaba algo
nervioso pues luego de aquel evento no tuvimos mucha comunicación. De
aquella noche comencé una relación seria con Michelle la cual estaba
arrepentida de haberme compartido ese día. Eso hizo que ambos nos
distanciáramos de Claudia.
Claudia llego al
restaurante directo de trabajar. Tenía ropa de trabajo lo cual es una
debilidad para mí pero la vergüenza que ambos sentimos bloqueo cualquier
sentimiento de erotismo. Estábamos allí como dos viejos amigos y nuestra
conversación siguió como si aquel evento nunca hubiera pasado. Nuestra
amistad estaba intacta y eso era algo invaluable para ambos. Nos pusimos
al día en nuestras respectivas vidas mientras tomábamos una rica taza de café.
Al terminar ella me pidió que para aprovechar que estábamos en el centro
comercial la acompañara a hacer unas compras. Yo ya había hecho mis
compras pero quería aprovechar al máximo que tenía mi amiga de vuelta.
Recorrimos todo el lugar donde ella compro sandalias, cartera y ropa para hacer
ejercicios. Confieso que me agrado tenerla de compañera de compras pues
se decidía rápido por lo que quería. En nuestro paso nos topamos
con la famosa tienda de ropa íntima, la del secreto que todos conocen.
Aunque me conozco a perfección esa tienda y todo su inventario me dio pudor
entrar con ella. Una vez entre me fui directo al área de cremas y
perfumes evitando la lencería y ropa interior.
Aunque evitaba la
cercanía no podía evitar mirar las cosas que ella miraba. Ella tenía
varias piezas en su bolsa y por primera vez en la tarde se veía indecisa.
No la culpo, ya había visto los modelos nuevos y todos eran
impresionantes. Como sabe de mi afición por la ropa íntima femenina, vino
donde mí y pidió la opinión. Le solté una broma que si le daba la opinión
me los tendría que modelar a lo que ella pareció estar de acuerdo. Quite
de su bolsa todo lo que no tenía encajes y uno que otro panty demasiado
pequeño. Luego de salir le comente que bromeaba cuando le dije que
me los enseñara y ella así mismo lo entendió. Aproveche ese
comentario como oportunidad para hablar sobre todo lo que había pasado.
Le dije que nunca quise que la relación se afectara y que extrañaba a mi gran
amiga. En todo momento ella estuvo de acuerdo conmigo. Ella para
bajar la tensión me dijo que estaba dándole mucho color a la situación pues
muchos amigos compartían privilegios sin que sus relaciones se
afectaran. Le dije que no me estaría malo que eso pasara pero que
tendríamos que hablarlo bien pues no era algo convencional entre dos buenos
amigos como éramos nosotros.
Como aún era temprano
la invite al cine como los viejos tiempos. La sala estaba vacía y la
película no muy entretenida así que continuamos hablando sobre el evento de los
pantis pero esta vez de forma picara. El tema cambio a la última noche
que había compartido con ella. Le dije que con ella había tenido el
mejor sexo de mi vida y que lo extrañaba. Me miro y dijo que ella pensaba
igual y que se sintió más cerca de mí luego de ese evento pero lamentaba lo
poco que había durado aquel sentimiento. La conversación se siguió
poniendo caliente pues hablábamos de cosas que nos habían gustado de ese
día. Ya las manos de ambos estaban en el muslo del otro. Nos
reíamos como jovencitos que se preparaban para una travesura. Le
pregunte que si estaba segura de seguir y me contesto con la misma
pregunta. Ambos dijimos que sí y cerramos el trato con un beso que duro
minutos.
Nuestras manos
continuaron tocando nuestros muslos cada vez más sugestivamente.
Todo era parte de un juego de amigos, uno que solo personas
con gran nivel de madurez pueden jugar. Comencé a jugar con
su cuello mientras ella reía pues sabía que llevaba malas intenciones. En
los años que llevaba en el sexo nunca había hecho nada en un cine y estaba
dispuesto a hacerlo. Con malas intenciones quite la división que
nos separaba y le pase el brazo por detrás para agarrarla por la cintura.
Bese su cuello y alterne con su boca, ella me demostraba su gusto apretándome
el muslo. Ya mi excitación era visible y ella estaba entrando en
calor. Cuando se disponía a hacer su primera movida notamos que un
empleado estaba parado al final de la fila. No sabía si nos había visto
pero definitivamente detuvo el momento. No nos costó más remedio que
terminar de ver la aburrida película. Una vez salimos del cine le propuse
ir a mi apartamento pues teníamos algo sin terminar.
Aunque vivo cerca del
cine se me hizo eterno el camino. La excitación que tenía por dentro era
la mezcla de la emoción de tener a la mujer que mejor me había hecho sentir en
el sexo junto con la acumulación de tiempo sin intimar. Llegamos a
mi apartamento y no perdí tiempo para recordarle que tenía que modelarme cada
una de las piezas que había comprado. Ella se rio y me dijo que de verdad
no pensaba que volviéramos a vernos en ese plano pero que conmigo se sentía
excelente pues podía tener mucho que lo que buscaba de la compañía masculina
sin las complicaciones que traen las relaciones. Le dije que me encantaba
que pensara así. Me interrumpió diciéndome que había tiempo demás para
hablar luego de que me modelara.
Me senté en mi sofá
donde admire una y cada una de las piezas. Cada vez era más fuerte
aguantar las ganas de brincarle encima. De pronto salió con un panty rosa
con encaje blanco, de esos que cubren mitad de nalga. Lo había combinado
con un sostén de mismo color. De todos era mi favorito y ella lo sabía
pues lo había dejado para lo último. Mientras la admiraba vi que comenzó
a buscar canciones en mi reproductor de música que estaba justo sobre mi equipo
de música. Con sonrisa maléfica me miro y me recordó algo que le había
confesado en la universidad. Esto era que siempre quise que me hicieran
un baile a los acordes la canción de mi canción favorita. La
canción empezó y se dirigió hacia mí como tigresa que va a atacar su presa
indefensa. Me recline en mi sofá mientras ella se sentaba sobre mí
moviéndose como se mueve una mujer cuando disfruta el sexo. Yo la
aguanta por la cintura mientras sentía que el pantalón me comenzaba a
apretar. Se viró para estar arrodillada encima de mí y poder pasar su pecho
por mi cara. Se contoneaba de arriba abajo pasando su cuello y pecho por
mi cara para que yo pudiera besarlos. Me quito la camisa y al
compás de la canción fue besándome desde la frente hasta el abdomen.
Ambos nos movíamos como si estuviéramos a punto de llegar al orgasmo pero aun
teníamos ropa. Volvió a ponerse de espalda y yo comencé a besarle la nuca
y morderle la espalda. Ella movía sus caderas para que ambos
sintiéramos la excitación del otro. La canción culmino pero nosotros
seguíamos el juego. Comencé a desabrochar el sostén cuando de
repente el sonido de su teléfono trono en aquella sala. Era el sonido que
le había asignado a su madre. Como no esperaba su llamada se alertó
y corrió a contestarlo. Al escuchar lo que le dijeron su semblante
cambio totalmente. Se puso nerviosa y apenas podía hablar. Su madre
había tenido un accidente y estaba de camino al hospital.
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