En
mi carrera he visto casos que impactarían a cualquiera y yo no soy la
excepción. Trato mis casos de manera profesional y no hago juicios
sobre ellos. Tuve uno que, aunque lo litigue de manera imparcial si tengo
que reconocer que impactó mi vida privada. Al final del día soy de carne
y hueso y bastante sensible a los temas que envuelven las relaciones y el
erotismo.
Todo
comenzó cuando vino a mi oficina una chica a la que llamaré Amanda.
Ella quería buscar asesoramiento legal pues había sido suspendida de su
empleo por tener una relación en su entorno laboral. De primera le dije
que tenía las de ganar pues no veía porque ese detalle pudiera lograr aquella
sanción.
Amanda
comenzó como supervisora de enfermeras para el tercer turno de un conocido
hospital de la capital. Ella es una chica de linda cara y espectacular
pecho, al menos es lo que su recatado atuendo me dejo apreciar. Además de
eso ella tenía una peculiar sensualidad en su manera de hablar que luego de varias
entrevistas con ella me di cuenta de que no era nada malintencionado. Me
comentó que esto le había traído problemas por malas interpretaciones de la
gente pero que lo había manejado bien.
En
el turno de Amanda ya trabajaba una técnica de terapia respiratoria a la cual
llamaré Sofía. Sofía era de aspecto tímido y callada. Ella era
casada y tenía una niña pequeña. Era de baja estatura y de cuerpo muy
proporcionado. Hasta que llegó Amanda era la chica más codiciada del
turno.
Dado
a el que compartían muchas horas de trabajo juntas se hicieron buenas
amigas. Sofía le comentaba a Amanda sobre sus situaciones matrimoniales,
y vida íntima. Amanda también le compartía lo que pasaba en su vida con
los dos chicos que frecuentaba en ese momento. Ambas se protegían
de quienes acechaban su área de trabajo y se reían de los atrevimientos que
estos tenían. Habían desarrollado tanta confianza que Sofía
constantemente hacia bromas sobre el cuerpo de su amiga y lo que haría de
tenerlo muy en especial su pecho. Ese comentario era tan seguido que daba
la impresión de envidia, cosa que Amanda ya había pensado, pero no le había
hecho mucho caso.
Un
día Amanda tuvo que cubrir múltiples turnos dado a las numerosas ausencias de
personal de enfermería. Solo sobrevivía cogiendo pequeñas siestas en una
sala que el hospital tenía para descanso de personal que trabajaba más de un
turno. En el turno que compartía con Sofía se veía exhausta por lo que la
mandaron a dormir unas horas para que pudiera asistir cuando más flujo de
pacientes llegara. Amanda le dejo instrucciones a Sofía que solo ella
podía ir a despertarla pues era la de confianza allí. Además, le dio la
llave para que solo ella pudiera entrar.
Una
vez llego al cuarto se quitó el pantalón y se abrió su blusa para estar más
cómoda. Se arropo con una pequeña frisa e inmediatamente se quedó
dormida. Paso una hora y Sofía quiso ver si su amiga estaba bien por lo
que se dirigió al cuarto usando la copia de la llave que tenía. Cuando
entro se encontró a Amanda profundamente dormida en el sofá. La frisa se
había caído así que vio su cuerpo casi desnudo. Se le quedo mirando
detenidamente a su pecho, pero no con envidia sino con algo de
curiosidad. Cerró la puerta con seguro y busco una silla la cual puso
junto al sofá. Por un rato velo el sueño de Amanda y admiro su cuerpo
como si lo deseara. Se había dado cuenta que su fijación por aquel pecho
provenía del deseo que le tenía y se preguntaba la razón de ello pues nunca
había sentido atracción por una mujer. La atracción y curiosidad cada vez
se apoderaban de ella. En un impulso incontrolable puso la mano
sobre un seno de Amanda. Era duro y tan amplio que la mano no lo podía
cubrir completo. Con la misma mano toco el otro una y otra vez, pero
Amanda no se despertaba. Su morbo la llevo a querer saber cómo sería el
seno descubierto o al menos como Amanda tenía los pezones. Procedió a
bajar poco a poco el sostén hasta que pudo lograr que el pezón se
asomara. El hecho de ver la desnudez de su amiga hizo latir sus
partes en clara indicación de excitación. Su curiosidad ahora estaba en
cómo se sentiría tocar el pecho de otra mujer. Con duda y casi
temblando agarro aquel erecto pezón. Se sentía suave, más que los de
ella. Lo frotó por un rato hasta escuchar la voz de su amiga increpando
el acto. Su corazón se detuvo, no sabía qué hacer. Por el mismo
nerviosismo no se percató de que nunca dejo de tocarla. Amanda la miraba
pasmada sin moverse. Su cara denotaba asombro, su cuerpo estaba
inmóvil. Se miraron a los ojos, pero Amanda no reaccionaba.
Sofía al ver que su amiga no hacía nada por evitar la situación cogió confianza
y desabrocho el sostén dejando aquellos impresionantes pechos al
descubierto. Agarro los dos pechos y comenzó a frotar los pezones usando
sus pulgares. La cara de Amanda era de incredulidad y solo se limitaba a
mirar. Sofía mirándola fijo a los ojos bajo su cabeza hasta que
probó el sabor de cada uno de los pechos. Pasaba su lengua de forma
circular causando un leve jadeo en Amanda. Tomo la punta de uno de los
pezones y lo succiono causando el primer gemido. De pronto miro a
su amiga a los ojos y pregunto si quería que se detuviera a lo que esta movió
su cabeza en señal de negación.
Con
sonrisa en la boca Sofía continúo su tarea esta vez besando el cuello hasta que
llego a los labios. Dio un pequeño beso y bajo su cabeza para seguir su
exploración. Siguió con los pechos hasta que se percató que Amanda tenía
su mano dentro de su panty. Ya había reaccionado y se daba placer.
Sofía le saco la mano e introdujo la de ella. Usando su dedo anular e
índice froto la ya húmeda vulva hasta sacarle los primeros gemidos.
Recordando que estaban en el trabajo tapo la boca de Amanda para mantener su
encuentro en secreto. Sofía siguió frotando el área mirando a Amanda
directo a los ojos y disfrutando la cara que ella ponía. Amanda prosiguió
a quitarla la blusa a Sofía. Esta se detuvo y se puso de pie frente a
ella. Amanda luego quito el pantalón y sostén. Allí estaban las dos
desnudas del torso para arriba. Sofía se sentó a su lado y Amanda por
primera vez toco sus senos. Sus caras se hicieron una nuevamente, pero
esta vez ambas cooperaron en el beso. Amanda beso el cuello de Sofía y
los hombros mientras Sofía mordía sus orejas. Bajo y besó los no tan grandes
pechos de Sofía hasta que esta sacara un gemido. Amanda siguió
chupando los pezones y Sofía volvió a masajear su área hasta logro llevarla a
su primer orgasmo. Cuando Amanda volvió a recuperar su foco devolvió la
dosis poniendo sus dedos en la cavidad de Sofía. Allí estaban las dos
masturbándose mutuamente mientras sus labios no se separaban. Sofía llegó
al orgasmo el cual disfrutó en silencio y no gritando como hubiese
querido. Estaban exhaustas, pero querían seguir. Fue Sofía
quien tuvo la iniciativa de conocer con su boca a qué sabía el tesoro de su
amiga. Quitó su panty y abrió sus piernas. Inexperta al fin comenzó
a aplicar placer bajo la guía de su compañera quien decía lo que tenía que
hacer. Por fin consiguió el ritmo y Amanda se dejó llevar hasta que
exploto en la boca de Sofía.
Le
tocó el turno a Amanda de experimentar y tal como lo hizo su amiga siguió
instrucciones al pie de la letra. Estaba llevando al clímax a Sofía
cuando esta la tomo por la cabeza, la levanto y la puso en posición para que
ambas dieran y recibieran placer a la vez. Así, una sobre la otra en
posición de sesenta y nueve hicieron una coreografía de sexo que hacía que cada
vez sus gemidos fueran más altos. Ambas al unísono introdujeron sus
dedos en sus ya hinchadas cavidades y lamieron sus clítoris a la vez. Ya
en el clímax de momento ambas usaron dos dedos para darse placer
mutuamente. El ritmo fue cada vez más rápido hasta que ambas se
estremecieron por el que fue el más poderoso orgasmo que habían experimentado
en su vida. Ya exhaustas y sudadas se vistieron. Se reían pasmadas
de lo que había ocurrido hasta que alguien toco a la puerta. Era la
seguridad del hospital que le pedía que los acompañaran.
En
el puesto de comando de la seguridad estaba esperando la gerente de recursos
humanos. Les pidió que vieran por un momento el monitor. En él
estaba la escena de ellas teniendo sexo. No lo sabían, pero el cuarto al
ser una sala solitaria había sido equipado con equipo de seguridad.
Fueron suspendidas de empleo y sueldo de inmediato. Eso trajo a Amanda a
mi oficina esa mañana. Quería demandar a su empleador por violación a la
privacidad. Una vez conocí los detalles del caso le informé que tenía las
de perder, pero ella así lo quiso. Como parte de la recolección de
pruebas pedí el video. No lo presente pues le informe que no quería
exponer a su amiga. El caso se vio y llegaron a un acuerdo con el
hospital. Ambas continúan laborando en su empleo, pero no en el mismo
edificio. Aún conservan una amistad especial fuera del trabajo. Por
mi parte, conservo una copia del video para mí. Su encuentro se convirtió
desde ese día en la pieza preferida de mi colección.
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