Wednesday, March 19, 2014

Simplemente Amigas

 En mi carrera he visto casos que impactarían a cualquiera y yo no soy la excepción.   Trato mis casos de manera profesional y no hago juicios sobre ellos.  Tuve uno que, aunque lo litigue de manera imparcial si tengo que reconocer que impactó mi vida privada.  Al final del día soy de carne y hueso y bastante sensible a los temas que envuelven las relaciones y el erotismo.

 

Todo comenzó cuando vino a mi oficina una chica a la que llamaré Amanda.   Ella quería buscar asesoramiento legal pues había sido suspendida de su empleo por tener una relación en su entorno laboral.  De primera le dije que tenía las de ganar pues no veía porque ese detalle pudiera lograr aquella sanción.

  

Amanda comenzó como supervisora de enfermeras para el tercer turno de un conocido hospital de la capital.  Ella es una chica de linda cara y espectacular pecho, al menos es lo que su recatado atuendo me dejo apreciar.  Además de eso ella tenía una peculiar sensualidad en su manera de hablar que luego de varias entrevistas con ella me di cuenta de que no era nada malintencionado.  Me comentó que esto le había traído problemas por malas interpretaciones de la gente pero que lo había manejado bien.

 

En el turno de Amanda ya trabajaba una técnica de terapia respiratoria a la cual llamaré Sofía.  Sofía era de aspecto tímido y callada.  Ella era casada y tenía una niña pequeña.  Era de baja estatura y de cuerpo muy proporcionado.  Hasta que llegó Amanda era la chica más codiciada del turno.  

 

Dado a el que compartían muchas horas de trabajo juntas se hicieron buenas amigas.  Sofía le comentaba a Amanda sobre sus situaciones matrimoniales, y vida íntima.  Amanda también le compartía lo que pasaba en su vida con los dos chicos que frecuentaba en ese momento.   Ambas se protegían de quienes acechaban su área de trabajo y se reían de los atrevimientos que estos tenían.  Habían desarrollado tanta confianza que Sofía constantemente hacia bromas sobre el cuerpo de su amiga y lo que haría de tenerlo muy en especial su pecho.  Ese comentario era tan seguido que daba la impresión de envidia, cosa que Amanda ya había pensado, pero no le había hecho mucho caso.

 

Un día Amanda tuvo que cubrir múltiples turnos dado a las numerosas ausencias de personal de enfermería.  Solo sobrevivía cogiendo pequeñas siestas en una sala que el hospital tenía para descanso de personal que trabajaba más de un turno.  En el turno que compartía con Sofía se veía exhausta por lo que la mandaron a dormir unas horas para que pudiera asistir cuando más flujo de pacientes llegara.  Amanda le dejo instrucciones a Sofía que solo ella podía ir a despertarla pues era la de confianza allí.  Además, le dio la llave para que solo ella pudiera entrar.

 

Una vez llego al cuarto se quitó el pantalón y se abrió su blusa para estar más cómoda.  Se arropo con una pequeña frisa e inmediatamente se quedó dormida.  Paso una hora y Sofía quiso ver si su amiga estaba bien por lo que se dirigió al cuarto usando la copia de la llave que tenía.  Cuando entro se encontró a Amanda profundamente dormida en el sofá.  La frisa se había caído así que vio su cuerpo casi desnudo.  Se le quedo mirando detenidamente a su pecho, pero no con envidia sino con algo de curiosidad.  Cerró la puerta con seguro y busco una silla la cual puso junto al sofá.  Por un rato velo el sueño de Amanda y admiro su cuerpo como si lo deseara.  Se había dado cuenta que su fijación por aquel pecho provenía del deseo que le tenía y se preguntaba la razón de ello pues nunca había sentido atracción por una mujer.  La atracción y curiosidad cada vez se apoderaban de ella.   En un impulso incontrolable puso la mano sobre un seno de Amanda.  Era duro y tan amplio que la mano no lo podía cubrir completo.  Con la misma mano toco el otro una y otra vez, pero Amanda no se despertaba.  Su morbo la llevo a querer saber cómo sería el seno descubierto o al menos como Amanda tenía los pezones.  Procedió a bajar poco a poco el sostén hasta que pudo lograr que el pezón se asomara.   El hecho de ver la desnudez de su amiga hizo latir sus partes en clara indicación de excitación.  Su curiosidad ahora estaba en cómo se sentiría tocar el pecho de otra mujer.   Con duda y casi temblando agarro aquel erecto pezón.  Se sentía suave, más que los de ella.  Lo frotó por un rato hasta escuchar la voz de su amiga increpando el acto. Su corazón se detuvo, no sabía qué hacer.  Por el mismo nerviosismo no se percató de que nunca dejo de tocarla.  Amanda la miraba pasmada sin moverse.  Su cara denotaba asombro, su cuerpo estaba inmóvil.  Se miraron a los ojos, pero Amanda no reaccionaba.   Sofía al ver que su amiga no hacía nada por evitar la situación cogió confianza y desabrocho el sostén dejando aquellos impresionantes pechos al descubierto.  Agarro los dos pechos y comenzó a frotar los pezones usando sus pulgares.  La cara de Amanda era de incredulidad y solo se limitaba a mirar.   Sofía mirándola fijo a los ojos bajo su cabeza hasta que probó el sabor de cada uno de los pechos.  Pasaba su lengua de forma circular causando un leve jadeo en Amanda.  Tomo la punta de uno de los pezones y lo succiono causando el primer gemido.   De pronto miro a su amiga a los ojos y pregunto si quería que se detuviera a lo que esta movió su cabeza en señal de negación. 

 

Con sonrisa en la boca Sofía continúo su tarea esta vez besando el cuello hasta que llego a los labios.  Dio un pequeño beso y bajo su cabeza para seguir su exploración.  Siguió con los pechos hasta que se percató que Amanda tenía su mano dentro de su panty.   Ya había reaccionado y se daba placer.  Sofía le saco la mano e introdujo la de ella.  Usando su dedo anular e índice froto la ya húmeda vulva hasta sacarle los primeros gemidos.  Recordando que estaban en el trabajo tapo la boca de Amanda para mantener su encuentro en secreto.  Sofía siguió frotando el área mirando a Amanda directo a los ojos y disfrutando la cara que ella ponía.  Amanda prosiguió a quitarla la blusa a Sofía.  Esta se detuvo y se puso de pie frente a ella.  Amanda luego quito el pantalón y sostén.  Allí estaban las dos desnudas del torso para arriba.  Sofía se sentó a su lado y Amanda por primera vez toco sus senos.  Sus caras se hicieron una nuevamente, pero esta vez ambas cooperaron en el beso.  Amanda beso el cuello de Sofía y los hombros mientras Sofía mordía sus orejas.  Bajo y besó los no tan grandes pechos de Sofía hasta que esta sacara un gemido.   Amanda siguió chupando los pezones y Sofía volvió a masajear su área hasta logro llevarla a su primer orgasmo.  Cuando Amanda volvió a recuperar su foco devolvió la dosis poniendo sus dedos en la cavidad de Sofía.  Allí estaban las dos masturbándose mutuamente mientras sus labios no se separaban.  Sofía llegó al orgasmo el cual disfrutó en silencio y no gritando como hubiese querido.  Estaban exhaustas, pero querían seguir.   Fue Sofía quien tuvo la iniciativa de conocer con su boca a qué sabía el tesoro de su amiga.  Quitó su panty y abrió sus piernas.  Inexperta al fin comenzó a aplicar placer bajo la guía de su compañera quien decía lo que tenía que hacer.  Por fin consiguió el ritmo y Amanda se dejó llevar hasta que exploto en la boca de Sofía. 


Le tocó el turno a Amanda de experimentar y tal como lo hizo su amiga siguió instrucciones al pie de la letra.   Estaba llevando al clímax a Sofía cuando esta la tomo por la cabeza, la levanto y la puso en posición para que ambas dieran y recibieran placer a la vez.  Así, una sobre la otra en posición de sesenta y nueve hicieron una coreografía de sexo que hacía que cada vez sus gemidos fueran más altos.   Ambas al unísono introdujeron sus dedos en sus ya hinchadas cavidades y lamieron sus clítoris a la vez.  Ya en el clímax de momento ambas usaron dos dedos para darse placer mutuamente.  El ritmo fue cada vez más rápido hasta que ambas se estremecieron por el que fue el más poderoso orgasmo que habían experimentado en su vida.  Ya exhaustas y sudadas se vistieron.  Se reían pasmadas de lo que había ocurrido hasta que alguien toco a la puerta.   Era la seguridad del hospital que le pedía que los acompañaran.

  

En el puesto de comando de la seguridad estaba esperando la gerente de recursos humanos.  Les pidió que vieran por un momento el monitor.  En él estaba la escena de ellas teniendo sexo.  No lo sabían, pero el cuarto al ser una sala solitaria había sido equipado con equipo de seguridad.  Fueron suspendidas de empleo y sueldo de inmediato.  Eso trajo a Amanda a mi oficina esa mañana.  Quería demandar a su empleador por violación a la privacidad.  Una vez conocí los detalles del caso le informé que tenía las de perder, pero ella así lo quiso.  Como parte de la recolección de pruebas pedí el video.  No lo presente pues le informe que no quería exponer a su amiga.  El caso se vio y llegaron a un acuerdo con el hospital.  Ambas continúan laborando en su empleo, pero no en el mismo edificio.  Aún conservan una amistad especial fuera del trabajo.  Por mi parte, conservo una copia del video para mí.  Su encuentro se convirtió desde ese día en la pieza preferida de mi colección.

 

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