Hace más de diez años de mi reunión de clase graduada de universidad. Aquella que me creo una de las noches más inolvidables con mi mejor amiga Claudia y la que desde ese día se convirtió en mi novia, Michelle. Esta vez sí será una reunión de clase completa o al menos de una buena parte de los que desfilaron ese día conmigo.
La convocatoria fue en
un crucero por el caribe. La
organizadora de todo era Claudia y dada nuestra amistad y toda nuestra
historia, quería que yo estuviera allí.
Yo tenía mis dudas de si iría pues las dos mujeres con las que pase mi
reunión anterior ya habían hecho su vida.
Claudia se casó con el aquel novio que la alejo de mí. Jose su esposo es un buen tipo, algo aburrido
para mi gusto. Ellos eran vecinos en la
universidad y también se reencontraron hace casi diez años. Luego de pocos años de noviazgo se casaron y
desde entonces viven en Estados Unidos.
Mi exnovia Michelle se casó con un hombre de negocios mayor que ella y
desde entonces no se mucho mas de ella. El tener que ver a ambas con sus
parejas y yo estando nuevamente soltero me tenía sin ganas de ir. El hecho de ir solo me parecía un poco
patético dado a que los asistentes estaban todos casados.
Ya casi llegaba la
fecha de confirmar asistencia para poder gestionar todo lo del viaje cuando me
escribió Antonio, otro amigo al que no veía hace mucho, para decirme que el también
asistiría solo. Su propuesta venia
acompañada de compartir camarote conmigo.
Realmente saber que no sería el único soltero me animo y rápidamente nos
enlistamos en aquella reunión.
Llego el día del
embarco y llegue junto Antonio. Por el
camino el me dio las instrucciones de como seria si él tuviera acción en
nuestro cuarto. Me dijo que de darse el
caso pondría el aviso de no molestar con una carita de diablito para que yo
supiera que no podía entrar. Yo me
limite a escucharlo y a reírme por su entusiasmo y fe de que tendría acción en
el crucero.
Ya cuando entramos al
crucero fuimos a el punto de encuentro establecido. Allí comencé a ver rostros que solo veía por
Facebook y que para nada se veían como sus fotos de perfil. Cuando divisé a Claudia sentí ese corte de
respiración que solo te lo crean las personas que realmente han calado en tu
corazón. Mi mejor amiga se veía hermosa
como siempre. Después de varios años
pude las famosas libras más de las que últimamente renegaba y que para mi gusto
le sentaban mejor que antes. Fui
directamente donde ella y le di un abrazo que duro largo rato. Cuando nos separamos pude ver a Jose
mirándome sin disimular su desagrado por aquel abrazo. No era secreto que dado a mi pasado con
Claudia yo no era su persona favorita. Lo
salude cordialmente pues realmente no tengo nada en su contra. Salude a todos los que ya habían llegado. Mientras saludaba a todos me mantuve mirando
a todos lados y no veía a Michelle. Le
pregunte a Claudia y me dijo que finalmente decidió no asistir cuando se enteró
que yo si asistiría. Eso se sintió un
poco mal pues entiendo que habíamos terminado en buenos términos. El hecho de ver gente querida y máxime tener
a Claudia cerca hizo que olvidara que no vería a Michelle.
Esa noche fue de pura
fiesta y excesos como es la norma en los cruceros. Era un crucero de 4 días así que había que
aprovechar todo momento para disfrutar.
Esa noche bebi como si no hubiera futuro y pude encontrar mi camarote
como a las 4 de la mañana. Dormí un poco
hasta que Antonio me despertó para avisar que el día estaba lleno de
actividades. Ya cuando llegue a
desayunar todos estaban allí. Disfrute
de mucha grasa en mi desayuno para poder reponerme de la resaca lo antes
posible.
El grupo volvió a
encontrarse en la piscina donde pude ver a Claudia. Aunque su traje de baño era de manga larga,
se podía ver el hermoso cuerpo que aquellas libras le habían creado. Yo buscaba
toda oportunidad para estar cerca de ella pues era la persona más cercana a mí. En una ocasión que su esposo se fue a buscar
algo de comer me pude sentar a hablar con ella.
Dentro de todo lo que hablamos salió el tema de que lo primero que note
cuando llegue a mi cuarto era que tenía un buen balcón. Lo de usar balcones para tener sexo era una
fantasía que ambos compartíamos. Siempre
decíamos que los viajes no estarían completos si no se tenía sexo en el balcón
de donde te quedaras. Yo le dije que al
menos ella tenía con quien hacerlo pues su cuarto también tenía balcón. Ella me dijo que sabiendo como yo era, no
dudaba que yo cumpliera ese fetiche en este viaje. Ella me decía que su esposo no era muy
aventurero y que tampoco se atrevía pues tenía a varias personas del grupo en
los cuartos que rodeaban el suyo. Yo le
lance el reto de que lograra acción en el balcón. Le dije que aprovechara la noche formal y que
lo sedujera de tal manera que él no se pudiera resistir. Ella puso esa cara que tanto me gustaba
indicando que había aceptado el reto.
El día transcurrió de
manera más tranquila que la anterior.
Disfrutamos en grupo toda la tarde.
Ya a la hora de la cena llegue temprano a mi mesa asignada. Comencé a hablar con Antonio de varias chicas
a las que él le haría algún avance. Esto
para mi me resultaba muy cómico pues era una mezcla de perseverancia con
desesperación. La conversación se detuvo
cuando el mismo Antonio me hizo un gesto de que mirara a la entrada. Al mirar note la impresionante presencia de
Claudia. Ella llego sutilmente
maquillada y con un traje satinado, amarrado al cuello. El traje era suelto y marcaba cada curva de
su cuerpo. Su pelo estaba recogido,
exponiendo el lazo de su vestido y aquel hermoso cuello que alguna vez tuve el
gusto de saborear. Al pasar cerca de
nuestra mesa se detuvo brevemente a saludar y se dirigió a su mesa. De camino a su mesa pude notar que la parte
trasera de su vestido era abierta hasta justo arriba de las nalgas. Esto exponía toda su espalda y un sutil
tatuaje que no sabía que tenía. El traje
caía libremente sobre sus nalgas exponiendo que esas libritas le habían
regalado un muy buen nuevo tamaño.
Realmente quede impactado y un poco celoso del banquete que su esposo
tendría esa noche. Al cambiar la vista
note que varios hombres y mujeres también estaban perplejos con la vista.
La velada transcurrió
excelentemente. Pude conocer mejor a las
demás personas que compartían mi mesa, incluyendo una interesante chica alemana. De vez en cuanto miraba la mesa de Claudia y
veía que de igual manera la estaban pasando genial. Una vez terminamos la cena los de mi grupo
nos dirigimos a la barra más cercana a compartir tomando unos tragos. Rato después Claudia se despidió diciendo que
estaba cansada. Cuando se despidió le
dije en voz baja “que todo el barco te escuché” a lo que ella se fue riendo
casi empujando a su esposo. Mientras se alejaba yo me quede viendo como el
contoneo de su cuerpo se reflejaba en aquel bendito traje y pensando lo
suertudo que era su esposo. Allí llego
la alemana que había conocido en la cena y seguí conversando con ella a ver si tenía
suerte y lograba saciar esas ganas que había creado Claudia. La estaba pasando muy bien con aquella chica
cuando una mezcla del vaivén de las olas y quizás el alcohol hizo que otra
persona que estaba cerca derramara todo su trago sobre mí. La chica muy apenada
por lo que me había pasado trato de ayudarme, pero aquella ropa no tenía mucho
remedio. Le dije que iría a cambiarme y
aprovechar para ponerme algo más cómodo a ver si me acompañaba y aquello
iniciaba algo entre nosotros. Ella me
dijo que estaría por allí cerca si yo quería regresar.
Me fui a mi cuarto a
cambiarme y cuando esperaba el ascensor que me llevaría a mi piso oí la voz de
Claudia. Me dijo que estaba muy enojada
y que necesitaba ventilar conmigo. Le
dije que iba de camino a mi cuarto a cambiarme por el desastre que tenía mi
ropa. Me dijo que, si me esperaba en la barra,
pero pensando en que allí estaría la alemana decidí decirle que si me quería
acompañar al cuarto y hablábamos mientras me cambiaba.
Estando por el camino
ella me comenzó a decir que se había puesto bonita pues nuestra conversación le
había activado esa sensualidad que la rutina a veces nos quita. Que hacía mucho tiempo que no sentía ese
fuego interno que la tenía pensando el sexo y que hizo todo lo posible por
tener acción. Me dijo que se sintió
deseada toda la noche y que eso hacía mucho no lo sentía.
Llegamos al cuarto y
no había indicios de Antonio y su letrerito.
Ya en el cuarto me quite la camisa mientras ella me contaba que cuando
llegaron a su cuarto ella fue a usar el baño y a retocarse pues quería que todo
estuviese perfecto. Al salir, su esposo
estaba completamente dormido. Él comió y
bebió mucho en la cena y al parecer era víctima de un “food comma”. Ella trato de animarlo dándole besos y tocándolo,
pero este no respondió a sus esfuerzos.
Con mucha frustración se levantó y se tomó una copa de un espumoso que tenía
en su cuarto. Con cada vuelta que le
daba a la situación más se frustraba y más se enojaba. Fue ahí que decidió salir a ventilar.
La frustración de mi
amiga me frustraba más a mi porque había pensado en ella desde que la volví a
ver. Entre argumentos de porque habría
pasado aquello ella cambio su tono y comenzó a reclamarme el que hubiera metido
todas esas ideas en la cabeza. De
repente yo me convertí en el villano de la historia. Ella siguió reclamándome cosas cuando de un
movimiento rápido le clave un beso. Le
dije que hice todo eso pensando en ella y que pudiera disfrutar. Quería ser yo sabía que tenía a alguien. Luego
de eso la volví a besar casi en contra de su voluntad. Ella se despegó empujándome y se quedó
mirándome fijamente. Volví a tratar de besarla,
pero me dijo que no debía hacer eso. Yo
le dije que, si hablamos de cosas que se deben o no hacer, ella debería estar
viniéndose en esos momentos en su cuarto en vez de estar conmigo en el mío. Estas palabras la dejaron pensativa, lo que
use para volver a besarla. Esta vez ella
cedió y se entregó al beso. Como tiempos
pasados, nuestras bocas comenzaron a entrelazarse como si hubieran sido creadas
la una para la otra.
Busqué el letrerito
que había preparado Antonio y lo puse a la puerta siguiendo sus instrucciones. Rápidamente
comencé a besarle el cuello mientras ella clavaba suavemente sus uñas en mi
espalda. Ya que aquel vestido exponía
gran parte de su cuerpo pude besar y morder su cuello y hombros mientras ella
hacia lo mismo con mi pecho. Volví a
besarla y esta vez clave mis manos en esas nalgas que tanto había deseado. Me
goce sus nalgas apretándolas mientras la trepaba sobre mí. Una vez así la subí sobre mi cama para que
ella quedara a mi altura pues soy mucho más alto que ella. Una vez su cara a nivel de la mía seguí
besándola y pasando mis manos por todo su cuerpo. La voltee y bese su espalda pasando mi lengua
por aquel tatuaje. Agarraba su cintura
mientras mordía su nuca. Ya su respiración
era profunda y mi erección muy notable.
Vi el lazo y lo
deshice dejando caer aquel traje. Luego
la abracé quedando ella de espalda y le di un tierno beso en cuello. La pegue a mí colocando mi bulto entre sus
nalgas para que sintiera lo excitado que me tenía. Moví mis manos hacia sus senos encontrando
los cobertores de silicona que cubrían sus pezones. Los quites y comencé a estimular sus pezones
con mis dedos mientras besaba su cuello y espalda. La viré hacia mí y rápidamente comencé a chupar
sus pezones. Ella mordía mis orejas y
cuello mientras yo me comía sus tetas. Seguí
chupando sus pezones y a la vez comencé a frotar su entrepierna. Poco después quité su diminuto panty y
comencé a frotar su clítoris con mis dedos mientras seguía alternado chupadas
en ambos pezones. Seguí así hasta que no
pudo contener sus gemidos y comenzó a llenar el cuarto con aquel rico
sonido. Poco después sentí como su
cuerpo se trinco dándome muestras de su venida.
Sin perder tiempo se
arrodillo en la cama dejando expuestas sus enormes nalgas hacia mí. Yo me arrodillé, abrí sus nalgas y clave mi
boca en su vulva. Con mi lengua alterne movimientos
por sus labios y clítoris. Ella se
contoneaba ante lo que mi lengua le hacía.
Al ver su culo frente a mí, pase mi lengua sobre el quedándome un rato
dándole placer. En este momento comencé
a penetrártela con dos de mis dedos. Seguí
con ese ritmo mientras ella clavo su cara en el colchón para tratar de amortiguar
el volumen de sus gemidos. Sus nalgas
estaban más abiertas recibiendo mi lengua y mis dedos. Seguí con esa combinación hasta que ella
volvió a venirse, pero esta vez con mi cara clavada entre sus nalgas.
Sin nada de receso miré
el balcón y le dije nos moviéramos a él.
Ella asintió con la cara y agarrada de mi mano nos dirigimos a aquel balcón. Allí había una butaca en la que Claudia me
pidió que me sentara. Una vez allí me
termino de desnudar y se arrodillo frente a mi extremadamente duro
miembro. Lo agarró y con su vista
clavada en la mía comenzó a pajearme lentamente. Comenzó a decirme cosas con su voz seductora. Me recordaba que sabía que yo había
fantaseado mucho con este momento y que quería verme venir. Solo dejo de hablar cuando metió mi pene en
su boca. Comenzó a pasar su lengua
lentamente por la cabeza y a bajar por el tronco. Yo sentía que me iba a explotar de tanta
excitación y rogaba por no venirme. Ella
comenzó a mamarlo lentamente mientras sus ojos no dejaban de buscar los míos. Como he repetido en otras historias, si no
fuera por el whiskey ya me hubiera venido pues la deseaba mucho.
Le pedí cambiar de posición
y esta vez le pedí que se subiera a la butaca.
Ella se paró de puntitas agarrada de la baranda del balcón. Esta vez comencé a pasar la cabeza de mi
miembro por toda su vulva. Poco a poco
fui metiendo la cabeza en su vagina. Una
vez dentro empuje con fuerza sacándole un gemido casi gritado. Ahí la agarre
por las caderas y comencé a envestirla con movimientos lentos. Ella se contoneaba agarrándose del barandal. Le dije que no contuviera sus gemidos. Una vez caímos en ritmo comencé a envestirla
con más fuerza. La agarre el pelo con
una mano mientras usaba la otra para agarrar sus caderas. Ya el choque de nuestros cuerpos sonaba como aplausos,
aunque esto se confundía con los sonoros gemidos y las olas de aquel mar. Seguí envistiéndola hasta que ella volvió a
venirse, yo seguí sin dejarla reposar pues sabía que pronto me tocaría a mí. Seguí unos minutos hasta que terminé dejando
caer toda mi caliente venida sobre su sudada espalda. Quedamos exhaustos y yo me senté en la
butaca. Ella se sentó sobre mí y nos
besamos un rato. Cuando ya estábamos relajados
ella me dio un beso final, se vistió y se fue a su cuarto con la preocupación
de que notaran lo que había pasado. Por
suerte llego y aun su esposo dormía. Se
baño borrando cualquier evidencia.
Yo, que estaba como en
las nubes, me bañé y volví a la barra donde aún me estaba la alemana. Pase la noche paseando y hablando con ella. Vimos el amanecer, pero nada paso entre
nosotros. Al otro día todos hablaban de
la acción que se escuchaba en mi cuarto.
Para mi suerte todos asociaron aquello con mi nueva amiga alemana por
cosas que pasaron en los próximos días, cosa que les contare luego. Nadie nunca supo de nuestra aventura. Tanto Claudia como yo disfrutamos al máximo
los siguientes días del viaje. Otra
inolvidable reunión de exalumnos.
¡Ah!, y si se
preguntan…No, el pobre Antonio nunca pudo usar su famoso cartel
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