-
¿Qué haces? Le pregunte a Raquel mientras miraba la hora en el tapón de
las 5:00 PM del expreso.
-Nada,
tomándome una cerveza en la terraza mientras bajo revoluciones, me
contesto.
-Estoy
en el tapón cerca de tu apartamento y precisamente en eso pensaba, le
respondí.
Raquel
es una buena amiga y compañera de mil batallas en la firma donde
trabajaba. Siempre me atrajo, pero nunca paso nada entre
nosotros. Por mucho tiempo fue mi compañera de parranda, cosa que
era interrumpida cuando alguno de los dos comenzaba una relación.
Me
dijo que no quería salir, pero si quería pasara por su casa. Había
ordenado una pizza y me dijo que la compartía conmigo. Llegue a su
casa luego de comprar unas cervezas para ambos. Como era la primera
vez que la veía luego de los eventos de la pandemia nos saludamos de puno y
tratamos de guardar el distanciamiento. Le dije que me había hecho
la prueba y casualmente ella también, ambos con resultados negativos lo cual
hizo que nos quitáramos las molestosas pero necesarias mascarillas.
En
menos de veinte minutos nos pusimos al día en el aspecto
profesional. La charla de la vida personal duro algunas 6 cervezas,
la pizza y varios shots. En esos temas se tocó el impacto del COVID
en nuestras respectivas vidas sexuales. Ninguno de los dos había
tenido sexo en por lo menos tres meses, cosa que dada a nuestra naturaleza se hacía
bastante atípico. En más de una ocasión se bromeó con la
idea de que si no aparecía alguna pareja para tener sexo nos buscaríamos para
tenerlo entre nosotros dos.
La
última vez que ella me lo menciono le dije que sabía que ella finalmente no se
atrevería. Me miró fijamente y me dijo que decía esas cosas porque
ella sabía que yo sería quien finalmente cedería a la idea. Al
sentirme retado le lance el reto de que si ella era valiente que me besara lo
cual hizo sin pensarlo. Inicialmente me quede pasmado pues pensé que
tendría que insistir más en mi petición. Nos separamos y me dijo que
nos dejáramos de juegos volviéndome a besar. Esta vez mas
apasionadamente y con entera cooperación de mi parte. Yo que estaba
sentado me puse de pie y la arrinconé contra la barra donde estábamos
bebiendo. Procedí a agarrarle las nalgas y los senos. Ella agarro mi
paquete como palpando si realmente estaba completamente envuelto en lo que allí
estaba pasando. No fue sorpresa que encontró mi paquete
completamente endurecido. La volteé y comencé a besar su cuello,
nuca y hombros mientras mis manos jugaban con sus senos. Le quite el
traje que tenía puesto y quedo en ropa interior. Seguí acariciando
sus senos, pero esta vez ya desnudos pues levanté su sostén. Con mis
dedos acariciaba sus pezones mientras seguía comiendo su cuello y empezaba a
hacerle presión en las nalgas contra mi pelvis haciéndola sentir toda mi
erección.
Bajé
una de mis manos y lo metí por la parte delantera de su panty para encontrar
toda la humedad que tenía. Usando mis dedos centrales comencé a
frotar su clítoris en forma circular. Esto hizo que comenzara a
gemir descontroladamente. Su excitación era tal que no pasaron un
par de segundos cuando sentí un enorme chorro salir de entre sus piernas el
cual me salpico todo el pantalón. No la deje casi terminar cuando
usando los mismos dedos se los introduje de forma arqueada buscando su punto
g. Algo me dice que lo alcance pues a medida que introducía mis
dedos sus caderas se contorsionaban sobre mi pelvis con tan son que parecía
estábamos bailando. Sus gemidos ya cubrían toda la
terraza. Mientras seguía ella se dobló pegando sus pechos al tope de
la barra. Yo moví mis dedos y comencé a penetrarla con ellos, pero
esta vez desde su parte trasera hasta que volvió a bañarme con su chorro.
Estaba
tan excitado que desabroche mi pantalón y saque mi pene de él y comencé a
cucarla pasando la cabeza por la superficie de su vulva. Esto creo
una desesperación en ella de tal grado que me grito “Clavameee”. Al
escuchar esto, eche una carcajada y la penetre sin avisar. Esto
provoco un brinco y un gemido ahogado, casi de susto. Deje mi pene
hundido para que lo disfrutara mientras este llenaba toda su
cavidad. Poco a poco se fue relajando y cuando la vi quieta la
agarré por las caderas y comencé a embestirla con firmeza. Nuestros
cuerpos comenzaron a aplaudir aquella inusual situación entre
ambos. La bebida hizo que ella disfrutara por largo rato de mis
movimientos pues mi faena duro más de lo normal. Dentro de sus
gemidos me pidió que me viniera afuera pues no teníamos protección. Seguí con
mi ritmo hasta que una cosquilla aviso que tenía que
retirarme. Poco después cubrí sus nalgas con el producto de
aquellos tres meses de excitación. Me deje caer encima de ella,
ambos sobre la barra. Luego de aquel encuentro ambos nos vestimos y
nos quedamos dormidos en los muebles de la terraza.
Al
otro día nos levantamos, ninguno de los dos recordaba completamente lo que
había ocurrido. Sabíamos que había pasado algo, pero las lagunas
causadas por el alcohol no permitían que tuviéramos detalles. Unos
días después me envió un video. Era lo que habían grabado las
cámaras de seguridad de su terraza esa noche. Gracias a la
tecnología aquel épico encuentro pudo ser disfrutado.
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