“Si llegas a mi apartamento prometo darte un espectáculo frente a la ventana”
decía su texto sin ella saber que acaba de comprar dos boletos para ver jugar a
los Yankees ese fin de semana.
Una
vez aterrizo mi avión en el JFK le envié un texto diciéndole que la veía en el
parque de pelota. Como no me creyó de la primera le envié una foto
mía con los dos boletos. Tenía que llegar directo al parque porque
el juego era ese mismo día. Me llamó rabiosa para reclamarme de mi
loco aviso y decirme que tenía un compromiso previo. Le comenté que
solo había viajado a verla y que si le decía no sería sorpresa. Ella
luego de un rato cancelo su compromiso y me espero en el parque.
Una
vez allí comimos algo, claro luego de nuestro abrazo de cinco
minutos. Ya iba un año sin vernos en persona, pues por video chat ya
habíamos tenido charlas, peleas y algún ciber sexo. La velada
duró hasta después del atardecer neoyorquino de las 9:00PM. Luego de
ver que los Astros le ganaran a los Yankees nos fuimos hasta el tren subterráneo. En
la media hora de camino casi no hablamos. Usamos ese tiempo para
atender el teléfono y poner nuestros estatus de trabajo al día. Una
vez nos bajamos en la 42 caminamos algunos minutos hasta su
edificio. Vivía en un apartamento pequeño y muy caro, pero con vista
privilegiada al área central de Manhattan. Allí en su sala descorcho
una botella de vino y me dejo admirar la vista que revelaba su sala.
La
vista y el vino pronto fueron acompañados por música. Allí
embelesado tratando de ver hasta donde llegaba la vista vi el reflejo de ella
acercándose. Me tomo por la cintura y al oído me dijo:
-Yo
cumplo mis promesas.
Me
llevo hasta el sofá y me dijo que disfrutara la vista completa. Al
compás de la música comenzó a bailar. Su mirada estaba fija a la
mía, casi sin parpadear. Poco a poco fue deshaciéndose de su
ropa. Sus caderas se movían como péndulo de hipnosis y hacían ese
mismo efecto. Su cuerpo quedó solo cubierto por un hermoso set de
encaje. Ella sabe lo mucho que disfruto verla de esa
manera. Su gusto por su ropa íntima siempre coincidió con el
mío. Una vez así se acercó a mí y sentó en mi falda. La
tomé por la cintura y ella retirando mis manos me dijo:
-No
se permite tocar
Eso
me dio una sensación de impaciencia, pero sabía que ella tenía un buen plan así
que le seguí el juego. Su contoneo rápido causo una gran erección en
mí. Ella rápido lo notó y comenzó a moverse con más sensualidad para
poder sentirla mejor. Se levantó y fue a la pared a bajar un poco la
intensidad de la luz, le pedí que la dejara clara pues quería verla a
plenitud. Se retiró hasta ventanal y continuo con su
baile. Allí se quitó su brasier revelando sus redondas tetas. Luego
se viró dándome la espalda y se dobló hacia el frente. Así moviendo
sus nalgas se fue quitando su tanga. La posición reveló mi vista
favorita.
Yo
no aguante más y me puse de pie. Ella nuevamente me indicó que tenía
que obedecer que aún no terminaba el espectáculo. Le dije que no
iría hasta donde ella, pero ya estaba demasiado inquieto como para
sentarme. Ella caminó hasta donde estaba su cartera y de allí
sacó el vibrador que la había regalado para su cumpleaños. Mirándome
fijamente me indicó que por fin la vería usándolo en persona. No
sabía si resistiría, pero la deje continuar. Ella comenzó frotándose
sus pezones hasta que quedaron completamente duros. Comenzó a frotar
su juguete contra su clítoris y se recostó de la ventana enseñándole sus nalgas
a todo Manhattan. Su contoneo reflejó el efecto de su
juguete. Como era de doble acción pudo jugar tanto con su clítoris
como con su punto G. Sus gemidos inundaron aquella
sala. Yo no aguante y comencé a frotarme. Cuando ella lo
noto me recordó nuevamente que no podía hacer nada solo mirar.
Ella
siguió, pero esta vez dándome la espalda. Veía como ella introducía
el vibrador, pero este con su otra punta seguía estimulado su
clítoris. Yo no aguante más y me fui hacia ella. La
abracé por la cintura y besé su cuello. Ella puso un poco de resistencia, pero
cedió a mis besos en el cuello rápidamente. Le mordí la nuca y jugué
con sus tetas mientras ella seguía con su juguete yo pegaba mi erección a sus
nalgas y me movía para que la sintiera.
Me
arrodillé frente a sus nalgas y se las besé. Mientras le apretaba
las nalgas veía a pulgadas de mi cara como ella se penetraba con su
juguete. Sin interrumpir su tarea abrí sus nalgas y metí mi boca
entre ellas. Ella al sentir mi lengua caliente entre sus nalgas
soltó su juguete y puso sus manos contra el cristal de la
ventana. Yo aguanté el juguete y seguí con los movimientos que esta
llevaba. Así ella con las tetas a la vista de aquella ciudad recibía
placer a tres puntos. Pude sincronizar los movimientos de mi lengua
con los de mi mano. Sus gemidos se habían tornado en gritos de
placer. No duro mucho cuando sentí mi mano encharcada por los jugos
causados por su intensa venida. Temblorosa y con respiración
profunda descanso varios segundos contra el cristal. La interrumpí
cuando puse mi mano sobre su cadera mientras con la otra me quitaba la
ropa. Una vez desnudo volví a abrir sus piernas he introduje mi
erecto miembro. Ella comenzó a gemir al instante. La
agarré fuertemente por las caderas y comencé con movimiento
lento. No tarde en aumentar intensidad. El sonido de sus
nalgas siendo golpeadas por mi cuerpo igualo sus gemidos. El cristal
empañado por su respiración reflejaba como dos cuerpos le demostraban a la ciudad
que nunca duerme cuanto deseo se tenían. Seguí mi movimiento hasta
que sentí que explotaba. Saque mi miembro y deje caer mi venida en
sus nalgas.
Cuando
recuperamos el foco notamos que varios de los edificios cercanos tenían
personas mirando. Sin querer ella le dio el espectáculo a más de una
persona aquella noche.