Llegamos a el área metropolitana para encontrarnos filas en las gasolineras y
los supermercados abarrotados. El huracán que se acercaba había
atraído la atención de todos dado a su tamaño y trayectoria. Hice
las diligencias que entendí necesarias y fui a mi apartamento a hacer los
preparativos para el inminente embate de del huracán. Como pude
protegí mi propiedad y procuré que mis familiares que viven distante a mi
estuvieran seguros. Una vez supe que ellos estarían seguros me fui a
mi apartamento a ver que más podía hacer. Durante el camino recibí
tres llamadas de mi madre recordándome que mi apartamento estaba muy cerca del
mar y dado a que estaba en un piso alto ella entendía que no sería seguro pasar
el temporal allí.
Tanto
fue la insistencia de mi madre que comencé a buscar lugar donde refugiarme los
días siguientes. Muchas de las personas a las que llame ya se habían
ido con familiares. Realmente mis opciones se estaban
acabando. Como último recurso contacte a Jaime mi amigo del
bote. El me comentó que pasaría la tormenta en la casa de
Rosabel. No recordaba que ella tenía una casa grande lejos de la
costa y que al momento me pareció segura.
Llamé
a Rosabel y le pedí albergue. Ella me dijo que tenía mucha gente ya
en su casa pero que yo siempre era bienvenido. Me dijo que podía
dormir en el “family room” de la casa y para mi pareció
perfecto. Busqué el bulto que había hecho y me fui a su casa antes
de que entrara la noche. Cuando llegue vi que ya en la casa había
varias personas. Jaime, Rosabel y algunos familiares de
ella. Conocí a todos mientras me acomodaba en mi área. El
ajetreo del preludio de aquella emergencia había acabado. Me senté
en sofá que sería mi cama y bajé revoluciones. Una vez tranquilo
volvió a mi mente Juliana. El recuerdo fue tan real que hasta me
pareció percibir su presencia.
Encendí
el televisor para ver los informes del tiempo. Entre las
advertencias del reportero y el bullicio de la gente que por allí estaba pude
notar aquella voz. La voz que me había enloquecido horas
antes. Ya mi atención no le pertenecía al reportero, ya mi estadía
había cambiado.
Disimuladamente
me fui a donde estaba el grupo y allí la vi. Fui a su
encuentro y le di un abrazo como si no la viera en años. Jamás el
que me veía allí pensaría que hacía menos de un día que había dejado de
verla. Ella correspondió mi abrazo y me dijo que me agradecía el
consejo que le había dado. Antes de despedirnos del viaje en bote le
dije que no pasara la tormenta sola. Ella quien recién había
terminado su relación se había mudado a un nuevo lugar y no era conveniente que
se quedara allí pues ni conocía bien ese lugar. Rosabel le había
comentado lo mismo y fue a la primera persona a quien le extendió la
invitación.
Ya
era cerca de las siete de la noche y se empezaban a sentir las primeras ráfagas
de viento. La madre de Rosabel sirvió chocolate caliente y todos
compartimos en la sala los últimos minutos de energía eléctrica. Una
ráfaga fuerte causó el apagón que dejo aquella casa en penumbras. El
reflejo hizo que me acercara a Juliana más de lo que ya estaba. Ella
cuando sintió mi cuerpo se recostó un poco de mí. Probando mi
terreno puse mi mano en su cintura. Ella no se movió lo cual me
indico que se sentía a gusto conmigo.
Pocos
segundos después la penumbra desapareció. Rosabel había encendido
una lampara de baterías. Pudo notar la cercanía que Juliana y yo
teníamos. Me miro con ojos de aprobación, creo que ella sabía que
algo había nacido entre nosotros. En forma de broma me dijo que
lamentablemente me tocaría dormir solo pues Juliana compartiría el cuarto con
ella. Decidí no hacer mucho caso pues dada la multitud de la casa no
pensé que entre Juliana y yo pudiera pasar algo más.
La
intensidad de los vientos aumento y decidí ir a donde estaba mi bulto a buscar
mi celular y poder ver el informe del tiempo. Usando una aplicación
de un canal de televisión local pude ver el noticiario. Juliana se
sentó a mi lado a ver lo que allí decían. Otros se acercaron también
y allí vimos las incidencias de lo que ocurría hasta que la batería de mi
celular se agotó. Una vez pasó esto todos se retiraron a sus
cuartos. Quedamos Juliana y yo en aquel sofá solos, a oscuras por
primera vez en nuestras vidas.
Pasaron
alrededor de dos minutos sin decir palabras. Podía verla solamente
cuando la luz de los relámpagos se colaba por una ventana del
cuarto. Allí en aquel silencio y sin excusa alguna nos acercamos
tanto que podía escuchar su respiración cuando las ráfagas de viento
descansaban. Pensaba besarla, pero tenía miedo de cruzar
definitivamente esa línea. Cuando por fin me decidí a hacerlo la voz
de Rosabel trono desde lejos. Le decía a Juliana que ya podía
bañarse pues todos los demás lo habían hecho. Me despedí de ella
como siempre lo he hecho. Ella me dio un hasta luego, pero en un
cambio de opinión se me echo encima y me dio un cálido beso. Me tomo
totalmente por sorpresa y activó nuevamente mi deseo por ella.
Se
fue al cuarto y regreso con sus cosas al baño común que estaba cerca de donde
yo me quedaría. La espere en el pasillo cerca de la puerta de
baño. No quería desperdiciar la oportunidad de devolverle el beso
que me había dado. Una vez frente a mí, la agarre sutilmente
por el cuello y la bese. Fue un beso largo, rico, lleno de
deseo. Cuando nos separamos me dijo que aún había gente despierta,
cosa que pude constatar por la poca luz que se colaba por debajo de las puertas
de los cuartos. Le dije que entendía, que no se supone nos vieran
así. Ella entro a darse un baño y yo quede afuera inquieto, con
necesidad de una ducha fría. Fui a tomar agua para ver si me calmaba
y noté que ya todas las luces excepto la de mi linterna y la que se veía en el
baño estaban apagadas. Ver las luces apagadas hizo que mi morbo subiera a su
tope.
Fui
al pasillo en espera de Juliana. Le tomó un rato más en salir,
pero al fin lo hizo. Me miro e intuyó que la estaba
esperando. Me abalancé sobre ella y la besé. Esta vez con
más ganas que antes. La pegué a la pared y la seguí
besando. Ella suspiraba profundo aún más cuándo bese su
cuello. Mis manos que aún estaban en su cuello se movieron
rápidamente para levantarla y ponerla a mi altura. Ella me enrollo
entre sus piernas para estar más segura. Le agarré por las nalgas y
pude palpar que eran más suculentas de lo que pensaba. Por lo que
palpé note que su ropa interior era diminuta pues dejaba al aire casi toda la
nalga y esto me activó más.
Ella
me susurro que no se sentía segura en el pasillo así que la
baje. Rápido me agarró de la mano y me llevo al cuarto donde me
tocaba dormir. Ya allí, la sorprendí agarrándola por la cintura y
besándola en el cuello. La llevé a la pared y la pegué a esta
quedando ella de espaldas a mí. Le besaba el cuello mientras mis
manos recorrían toda la parte superior del cuerpo. Metí mi mano por
la parte superior de su pijama y agarré sus firmes senos. Al palpar
sus pezones noté que estos indicaban excitación. Seguí besando su
cuello ya estaba vez moviendo su pelo para morder su nuca. Una vez
comencé a besar su nuca, metí mi mano por la parte del frente del panty. Llegué
a su ya empapada entrepierna y con la punta de mis dedos comencé a frotar su
clítoris de forma circular y firme. Alterne ese movimiento
introduciendo mi dedo en su caliente cavidad. Eso hizo que escapara un gemido a
lo cual yo le tape la boca. Le susurre que por ese momento no hiciera
sonidos. Asintiendo con su cabeza ella confirmó mi pedido. Volví a
introducir mi dedo en ella mientras mordía su hombro y jugaba con sus pechos
con la otra mano. Ella entre suspiros bajo mi pantalón y
agarro mí ya completamente erecto pene. Comenzó a tocarme mientras
yo hacía lo mismo con ella. Poco después me apretó un poco más
el pene y derramó sus jugos sobre mi mano en un corto orgasmo. Una
vez se compuso de su orgasmo se viró hacia mí y se arrodillo. De un
solo movimiento metió mi pene en su boca y comenzó a chuparlo. Ahora
era yo el que tenía que aguantar las ganas de hacer sonidos.
Los
vientos eran el fondo musical de aquella gran demostración de
lujuria. Luego de unos minutos, un sonido del lado de los cuartos
nos interrumpió. Alguien había decidido salir a usar el baño que estaba cercano
a nosotros. Ambos nos quedamos inmóviles esperando que la persona
terminara. Poco después escuchamos que la persona había regresado a
su cuarto. Aproveché para cogerla en mis brazos y llevarla al sofá. Allí
la senté y me arrodillé frente a ella. Le quité el pantalón del
pijama y el panty. Bese sus muslos suavemente mientras palpaba sus
piernas a la misma vez. Abrí sus piernas y toqué su vulva. Palpé
su geografía y vi cuál era su reacción a mis dedos. Abrí sus labios
y palpé su clítoris esta vez con mi lengua. Su cuerpo se retorció al
sentir el contacto de mi boca. La mire y volví a repetirlo, pero
esta vez deje que mi lengua tomara control de su clítoris. Con un
ritmo perfecto recorrí toda su encharcada vulva. Sus caderas
comenzaron a remenease como si bailaran a los compas de mi
lengua. Metí mi dedo para palpar su cavidad en busca de su punto
G. Mientras buscaba note que su contoneo aumentaba y su deseo por
gritar amenazaba cada vez más. Seguí mi búsqueda hasta que la
cavidad se hinchó. Había llegado al punto y lo usaría al
máximo. Con mi boca en su clítoris y mis dedos penetrándola seguí
hasta que ella explotó por segunda vez.
Luego de esto me senté a su lado y ella rápidamente agarro mi
miembro. Lo metió en su boca y comenzó a lamerlo buscando
lubricarlo. Ella misma bajó mi pantalón hasta mis rodillas y
quedo sentada sobre mi mirándome fijamente. Luego agarró mi erecto
miembro y puso la cabeza de este en la entrada de su cavidad. Ella
brincó al sentirla y se movía para que esta entrara con
facilidad. Una vez entró por completa la agarré por sus caderas y
comencé a penetrarla profundamente. Nuestros cuerpos se movían al
unísono sin despegarse. Ella sentía toda mi humanidad y me lo hacía
saber con susurros roncos al oído. Sus ojos ahora achinados me
miraban en la oscuridad. Podía ver como se perdían de
placer. Agarraba sus nalgas para apretarla con más fuerzas hacia
mí. Nuestros alientos ya se juntaban entre besos y
movimientos. Sus manos en mi pecho cada vez apretaban más en
señal de su gozo. En un apretón final dejo escapar un gemido que se
perdió por el estruendo de los ruidos externos. Había tenido otro
orgasmo y las marcas de sus unas en mi pecho eran la evidencia.
Sin tomar descanso ella se levantó y cambio de posición, esta vez se puso de
rodillas en el sofá mirando hacia la pared. Para poder admirar aquel
espectáculo encendí la linterna. La tenue luz me dejo admirar la
hermosura de sus nalgas a plenitud. Lo ancho de sus caderas junto a
la posición de perrito que había adoptado parecía aumentar considerable tamaño
de sus nalgas. No pude evitar el arrodillarme frente a ellas para abrirlas y
enterrar mi boca entre ellas. Mi boca se encargó de recorrer cada centímetro
de aquella maravilla de paisaje. Su contoneo continuó y entre
murmullos casi me rogó que la volviera a penetrar.
Me puse de pie y terminé de quitarme el pantalón. Tome mi erecto
miembro y la penetre con facilidad. Agarré sus caderas y comencé a
atacarla con más fiereza que la de los vientos del huracán atacaban la
isla. Su cuerpo me decía que le encantaba como lo hacía y eso
causaba que mis más salvajes deseos se apoderaran de mí. Solté
mi mano derecha de sus caderas y la agarre por el pelo entrelazando mis dedos
en él. Con agarre firme continúe mi penetración hasta que el sonido
de nuestros cuerpos aplaudiendo igualaba el sonido del viento que golpeaba las
ventanas. En este momento no me importaba que me sorprendieran en el
acto. Los golpes cada vez eran más sonoros y Juliana no pudo
contener más sus ganas de gemir. Gimió fuerte y eso hacía que yo me
esmerara más por darle placer. Era como si en ese momento quisiera
que todos se enteraran que había cruzado finalmente esa línea. Mis
movimientos siguieron fuertes hasta que solté su pelo para agarrar nuevamente
sus caderas y dar la última estocada. Cuando sentí que iba
acabar saque mi pene y este derramó todo su deseo en toda la parte trasera de Juliana. Caí
exhausto en el mueble junto a Juliana que aún estaba clavada al espaldar de
este.
Aquella noche lo volvimos a hacer dos veces más. Ella fue al cuarto
de madrugada y allí durmió en la cama que le habían dejado. Yo me di
un frio baño y también pude dormir no sin antes pensar mucho en lo que había
pasado. Tenía una mezcla de sentimientos. Juliana era la
ex novia de un amigo y la había hecho mía esa noche. Los sentidos de
persecución empezaron a apoderarse de mi pero aun así me dormí. Al
despertar ya casi todos estaban levantados y mirando por la
ventana. El huracán hizo algunos daños, pero como tuvo un movimiento
al norte no fueron como su intensidad ameritaba. Rosabel ya había
hecho café para todos. Mientras me unía al grupo de los despiertos
los miraba para ver si alguno había notado lo que había pasado horas
antes. Todos parecían ignorar los hechos y eso me dio
tranquilidad. Al rato se nos unió Juliana. Como pudo me
pregunto si alguien había notado algo, al parecer ella también sufrió de
sentimientos de persecución como yo. Cuando le dije que entendía que
nadie había notado nada se calmó.
Ya
el huracán había pasado y la gente comenzó a retirarse a sus casas. Cuando
Juliana y yo nos fuimos a despedir de Rosabel esta nos sorprendió diciéndonos
que nos fuéramos y gozáramos de nosotros sin tener que
contenernos. Ante la mirada pasmada de ambos ella nos contestó con
su natural mirada picara que yo no era el único que me sabia esconder para
disfrutar un buen espectáculo.