Friday, June 22, 2018

Ventana


“Si llegas a mi apartamento prometo darte un espectáculo frente a la ventana” decía su texto sin ella saber que acaba de comprar dos boletos para ver jugar a los Yankees ese fin de semana. 

 

Una vez aterrizo mi avión en el JFK le envié un texto diciéndole que la veía en el parque de pelota.  Como no me creyó de la primera le envié una foto mía con los dos boletos.  Tenía que llegar directo al parque porque el juego era ese mismo día.  Me llamó rabiosa para reclamarme de mi loco aviso y decirme que tenía un compromiso previo.  Le comenté que solo había viajado a verla y que si le decía no sería sorpresa.  Ella luego de un rato cancelo su compromiso y me espero en el parque.

 

Una vez allí comimos algo, claro luego de nuestro abrazo de cinco minutos.  Ya iba un año sin vernos en persona, pues por video chat ya habíamos tenido charlas, peleas y algún ciber sexo.   La velada duró hasta después del atardecer neoyorquino de las 9:00PM.  Luego de ver que los Astros le ganaran a los Yankees nos fuimos hasta el tren subterráneo.  En la media hora de camino casi no hablamos.  Usamos ese tiempo para atender el teléfono y poner nuestros estatus de trabajo al día.  Una vez nos bajamos en la 42 caminamos algunos minutos hasta su edificio.  Vivía en un apartamento pequeño y muy caro, pero con vista privilegiada al área central de Manhattan.  Allí en su sala descorcho una botella de vino y me dejo admirar la vista que revelaba su sala. 

 

La vista y el vino pronto fueron acompañados por música.  Allí embelesado tratando de ver hasta donde llegaba la vista vi el reflejo de ella acercándose.  Me tomo por la cintura y al oído me dijo:

 

-Yo cumplo mis promesas.

 

Me llevo hasta el sofá y me dijo que disfrutara la vista completa.  Al compás de la música comenzó a bailar.  Su mirada estaba fija a la mía, casi sin parpadear.  Poco a poco fue deshaciéndose de su ropa.  Sus caderas se movían como péndulo de hipnosis y hacían ese mismo efecto.  Su cuerpo quedó solo cubierto por un hermoso set de encaje.  Ella sabe lo mucho que disfruto verla de esa manera.  Su gusto por su ropa íntima siempre coincidió con el mío.  Una vez así se acercó a mí y sentó en mi falda.  La tomé por la cintura y ella retirando mis manos me dijo:

 

-No se permite tocar

 

Eso me dio una sensación de impaciencia, pero sabía que ella tenía un buen plan así que le seguí el juego.  Su contoneo rápido causo una gran erección en mí.  Ella rápido lo notó y comenzó a moverse con más sensualidad para poder sentirla mejor.  Se levantó y fue a la pared a bajar un poco la intensidad de la luz, le pedí que la dejara clara pues quería verla a plenitud.  Se retiró hasta ventanal y continuo con su baile.  Allí se quitó su brasier revelando sus redondas tetas.  Luego se viró dándome la espalda y se dobló hacia el frente.  Así moviendo sus nalgas se fue quitando su tanga.  La posición reveló mi vista favorita.

 

Yo no aguante más y me puse de pie.  Ella nuevamente me indicó que tenía que obedecer que aún no terminaba el espectáculo.  Le dije que no iría hasta donde ella, pero ya estaba demasiado inquieto como para sentarme.  Ella caminó hasta donde estaba su cartera y de allí sacó el vibrador que la había regalado para su cumpleaños.  Mirándome fijamente me indicó que por fin la vería usándolo en persona.  No sabía si resistiría, pero la deje continuar.  Ella comenzó frotándose sus pezones hasta que quedaron completamente duros.  Comenzó a frotar su juguete contra su clítoris y se recostó de la ventana enseñándole sus nalgas a todo Manhattan.  Su contoneo reflejó el efecto de su juguete.  Como era de doble acción pudo jugar tanto con su clítoris como con su punto G.  Sus gemidos inundaron aquella sala.  Yo no aguante y comencé a frotarme.  Cuando ella lo noto me recordó nuevamente que no podía hacer nada solo mirar.

 

Ella siguió, pero esta vez dándome la espalda.  Veía como ella introducía el vibrador, pero este con su otra punta seguía estimulado su clítoris.  Yo no aguante más y me fui hacia ella.  La abracé por la cintura y besé su cuello. Ella puso un poco de resistencia, pero cedió a mis besos en el cuello rápidamente.  Le mordí la nuca y jugué con sus tetas mientras ella seguía con su juguete yo pegaba mi erección a sus nalgas y me movía para que la sintiera. 

 

Me arrodillé frente a sus nalgas y se las besé.  Mientras le apretaba las nalgas veía a pulgadas de mi cara como ella se penetraba con su juguete.  Sin interrumpir su tarea abrí sus nalgas y metí mi boca entre ellas.  Ella al sentir mi lengua caliente entre sus nalgas soltó su juguete y puso sus manos contra el cristal de la ventana.  Yo aguanté el juguete y seguí con los movimientos que esta llevaba.  Así ella con las tetas a la vista de aquella ciudad recibía placer a tres puntos.  Pude sincronizar los movimientos de mi lengua con los de mi mano.  Sus gemidos se habían tornado en gritos de placer.  No duro mucho cuando sentí mi mano encharcada por los jugos causados por su intensa venida.  Temblorosa y con respiración profunda descanso varios segundos contra el cristal.  La interrumpí cuando puse mi mano sobre su cadera mientras con la otra me quitaba la ropa.  Una vez desnudo volví a abrir sus piernas he introduje mi erecto miembro.  Ella comenzó a gemir al instante.  La agarré fuertemente por las caderas y comencé con movimiento lento.  No tarde en aumentar intensidad.  El sonido de sus nalgas siendo golpeadas por mi cuerpo igualo sus gemidos.  El cristal empañado por su respiración reflejaba como dos cuerpos le demostraban a la ciudad que nunca duerme cuanto deseo se tenían.  Seguí mi movimiento hasta que sentí que explotaba.  Saque mi miembro y deje caer mi venida en sus nalgas.

 

Cuando recuperamos el foco notamos que varios de los edificios cercanos tenían personas mirando.  Sin querer ella le dio el espectáculo a más de una persona aquella noche.

 


Saturday, March 24, 2018

Irma


Llegamos a el área metropolitana para encontrarnos filas en las gasolineras y los supermercados abarrotados.  El huracán que se acercaba había atraído la atención de todos dado a su tamaño y trayectoria.  Hice las diligencias que entendí necesarias y fui a mi apartamento a hacer los preparativos para el inminente embate de del huracán.  Como pude protegí mi propiedad y procuré que mis familiares que viven distante a mi estuvieran seguros.  Una vez supe que ellos estarían seguros me fui a mi apartamento a ver que más podía hacer.  Durante el camino recibí tres llamadas de mi madre recordándome que mi apartamento estaba muy cerca del mar y dado a que estaba en un piso alto ella entendía que no sería seguro pasar el temporal allí. 

 

Tanto fue la insistencia de mi madre que comencé a buscar lugar donde refugiarme los días siguientes.  Muchas de las personas a las que llame ya se habían ido con familiares.  Realmente mis opciones se estaban acabando.  Como último recurso contacte a Jaime mi amigo del bote.  El me comentó que pasaría la tormenta en la casa de Rosabel.  No recordaba que ella tenía una casa grande lejos de la costa y que al momento me pareció segura.  

 

Llamé a Rosabel y le pedí albergue.  Ella me dijo que tenía mucha gente ya en su casa pero que yo siempre era bienvenido.  Me dijo que podía dormir en el “family room” de la casa y para mi pareció perfecto.  Busqué el bulto que había hecho y me fui a su casa antes de que entrara la noche.  Cuando llegue vi que ya en la casa había varias personas.  Jaime, Rosabel y algunos familiares de ella.  Conocí a todos mientras me acomodaba en mi área.   El ajetreo del preludio de aquella emergencia había acabado.  Me senté en sofá que sería mi cama y bajé revoluciones.  Una vez tranquilo volvió a mi mente Juliana.  El recuerdo fue tan real que hasta me pareció percibir su presencia.

 

Encendí el televisor para ver los informes del tiempo.  Entre las advertencias del reportero y el bullicio de la gente que por allí estaba pude notar aquella voz.  La voz que me había enloquecido horas antes.  Ya mi atención no le pertenecía al reportero, ya mi estadía había cambiado. 

 

Disimuladamente me fui a donde estaba el grupo y allí la vi.   Fui a su encuentro y le di un abrazo como si no la viera en años.  Jamás el que me veía allí pensaría que hacía menos de un día que había dejado de verla.  Ella correspondió mi abrazo y me dijo que me agradecía el consejo que le había dado.  Antes de despedirnos del viaje en bote le dije que no pasara la tormenta sola.  Ella quien recién había terminado su relación se había mudado a un nuevo lugar y no era conveniente que se quedara allí pues ni conocía bien ese lugar.  Rosabel le había comentado lo mismo y fue a la primera persona a quien le extendió la invitación.

 

Ya era cerca de las siete de la noche y se empezaban a sentir las primeras ráfagas de viento.  La madre de Rosabel sirvió chocolate caliente y todos compartimos en la sala los últimos minutos de energía eléctrica.  Una ráfaga fuerte causó el apagón que dejo aquella casa en penumbras.  El reflejo hizo que me acercara a Juliana más de lo que ya estaba.  Ella cuando sintió mi cuerpo se recostó un poco de mí.   Probando mi terreno puse mi mano en su cintura.  Ella no se movió lo cual me indico que se sentía a gusto conmigo.

 

Pocos segundos después la penumbra desapareció.  Rosabel había encendido una lampara de baterías.  Pudo notar la cercanía que Juliana y yo teníamos.  Me miro con ojos de aprobación, creo que ella sabía que algo había nacido entre nosotros.  En forma de broma me dijo que lamentablemente me tocaría dormir solo pues Juliana compartiría el cuarto con ella.  Decidí no hacer mucho caso pues dada la multitud de la casa no pensé que entre Juliana y yo pudiera pasar algo más.

 

La intensidad de los vientos aumento y decidí ir a donde estaba mi bulto a buscar mi celular y poder ver el informe del tiempo.  Usando una aplicación de un canal de televisión local pude ver el noticiario.  Juliana se sentó a mi lado a ver lo que allí decían.  Otros se acercaron también y allí vimos las incidencias de lo que ocurría hasta que la batería de mi celular se agotó.  Una vez pasó esto todos se retiraron a sus cuartos.  Quedamos Juliana y yo en aquel sofá solos, a oscuras por primera vez en nuestras vidas. 

 

Pasaron alrededor de dos minutos sin decir palabras.  Podía verla solamente cuando la luz de los relámpagos se colaba por una ventana del cuarto.  Allí en aquel silencio y sin excusa alguna nos acercamos tanto que podía escuchar su respiración cuando las ráfagas de viento descansaban.  Pensaba besarla, pero tenía miedo de cruzar definitivamente esa línea.  Cuando por fin me decidí a hacerlo la voz de Rosabel trono desde lejos.  Le decía a Juliana que ya podía bañarse pues todos los demás lo habían hecho.  Me despedí de ella como siempre lo he hecho.  Ella me dio un hasta luego, pero en un cambio de opinión se me echo encima y me dio un cálido beso.  Me tomo totalmente por sorpresa y activó nuevamente mi deseo por ella.

 

Se fue al cuarto y regreso con sus cosas al baño común que estaba cerca de donde yo me quedaría.  La espere en el pasillo cerca de la puerta de baño.  No quería desperdiciar la oportunidad de devolverle el beso que me había dado.   Una vez frente a mí, la agarre sutilmente por el cuello y la bese.   Fue un beso largo, rico, lleno de deseo.  Cuando nos separamos me dijo que aún había gente despierta, cosa que pude constatar por la poca luz que se colaba por debajo de las puertas de los cuartos.  Le dije que entendía, que no se supone nos vieran así.  Ella entro a darse un baño y yo quede afuera inquieto, con necesidad de una ducha fría.  Fui a tomar agua para ver si me calmaba y noté que ya todas las luces excepto la de mi linterna y la que se veía en el baño estaban apagadas. Ver las luces apagadas hizo que mi morbo subiera a su tope. 

 

Fui al pasillo en espera de Juliana.   Le tomó un rato más en salir, pero al fin lo hizo.  Me miro e intuyó que la estaba esperando.  Me abalancé sobre ella y la besé.  Esta vez con más ganas que antes.  La pegué a la pared y la seguí besando.  Ella suspiraba profundo aún más cuándo bese su cuello.   Mis manos que aún estaban en su cuello se movieron rápidamente para levantarla y ponerla a mi altura.  Ella me enrollo entre sus piernas para estar más segura.  Le agarré por las nalgas y pude palpar que eran más suculentas de lo que pensaba.  Por lo que palpé note que su ropa interior era diminuta pues dejaba al aire casi toda la nalga y esto me activó más.

 

Ella me susurro que no se sentía segura en el pasillo así que la baje.  Rápido me agarró de la mano y me llevo al cuarto donde me tocaba dormir.  Ya allí, la sorprendí agarrándola por la cintura y besándola en el cuello.  La llevé a la pared y la pegué a esta quedando ella de espaldas a mí.  Le besaba el cuello mientras mis manos recorrían toda la parte superior del cuerpo.  Metí mi mano por la parte superior de su pijama y agarré sus firmes senos.  Al palpar sus pezones noté que estos indicaban excitación.  Seguí besando su cuello ya estaba vez moviendo su pelo para morder su nuca.  Una vez comencé a besar su nuca, metí mi mano por la parte del frente del panty.  Llegué a su ya empapada entrepierna y con la punta de mis dedos comencé a frotar su clítoris de forma circular y firme.  Alterne ese movimiento introduciendo mi dedo en su caliente cavidad. Eso hizo que escapara un gemido a lo cual yo le tape la boca.  Le susurre que por ese momento no hiciera sonidos.  Asintiendo con su cabeza ella confirmó mi pedido. Volví a introducir mi dedo en ella mientras mordía su hombro y jugaba con sus pechos con la otra mano.   Ella entre suspiros bajo mi pantalón y agarro mí ya completamente erecto pene.  Comenzó a tocarme mientras yo hacía lo mismo con ella.   Poco después me apretó un poco más el pene y derramó sus jugos sobre mi mano en un corto orgasmo.  Una vez se compuso de su orgasmo se viró hacia mí y se arrodillo.  De un solo movimiento metió mi pene en su boca y comenzó a chuparlo.  Ahora era yo el que tenía que aguantar las ganas de hacer sonidos.

 

Los vientos eran el fondo musical de aquella gran demostración de lujuria.  Luego de unos minutos, un sonido del lado de los cuartos nos interrumpió. Alguien había decidido salir a usar el baño que estaba cercano a nosotros.  Ambos nos quedamos inmóviles esperando que la persona terminara.  Poco después escuchamos que la persona había regresado a su cuarto.  Aproveché para cogerla en mis brazos y llevarla al sofá.  Allí la senté y me arrodillé frente a ella.  Le quité el pantalón del pijama y el panty.  Bese sus muslos suavemente mientras palpaba sus piernas a la misma vez.  Abrí sus piernas y toqué su vulva.  Palpé su geografía y vi cuál era su reacción a mis dedos.  Abrí sus labios y palpé su clítoris esta vez con mi lengua.  Su cuerpo se retorció al sentir el contacto de mi boca.  La mire y volví a repetirlo, pero esta vez deje que mi lengua tomara control de su clítoris.  Con un ritmo perfecto recorrí toda su encharcada vulva.  Sus caderas comenzaron a remenease como si bailaran a los compas de mi lengua.  Metí mi dedo para palpar su cavidad en busca de su punto G.  Mientras buscaba note que su contoneo aumentaba y su deseo por gritar amenazaba cada vez más.  Seguí mi búsqueda hasta que la cavidad se hinchó.  Había llegado al punto y lo usaría al máximo.  Con mi boca en su clítoris y mis dedos penetrándola seguí hasta que ella explotó por segunda vez.


Luego de esto me senté a su lado y ella rápidamente agarro mi miembro.  Lo metió en su boca y comenzó a lamerlo buscando lubricarlo.  Ella misma bajó mi pantalón hasta mis rodillas y quedo sentada sobre mi mirándome fijamente.  Luego agarró mi erecto miembro y puso la cabeza de este en la entrada de su cavidad.  Ella brincó al sentirla y se movía para que esta entrara con facilidad.  Una vez entró por completa la agarré por sus caderas y comencé a penetrarla profundamente.  Nuestros cuerpos se movían al unísono sin despegarse.  Ella sentía toda mi humanidad y me lo hacía saber con susurros roncos al oído.  Sus ojos ahora achinados me miraban en la oscuridad.  Podía ver como se perdían de placer.  Agarraba sus nalgas para apretarla con más fuerzas hacia mí.  Nuestros alientos ya se juntaban entre besos y movimientos.   Sus manos en mi pecho cada vez apretaban más en señal de su gozo.  En un apretón final dejo escapar un gemido que se perdió por el estruendo de los ruidos externos.  Había tenido otro orgasmo y las marcas de sus unas en mi pecho eran la evidencia.


Sin tomar descanso ella se levantó y cambio de posición, esta vez se puso de rodillas en el sofá mirando hacia la pared.  Para poder admirar aquel espectáculo encendí la linterna.  La tenue luz me dejo admirar la hermosura de sus nalgas a plenitud.  Lo ancho de sus caderas junto a la posición de perrito que había adoptado parecía aumentar considerable tamaño de sus nalgas. No pude evitar el arrodillarme frente a ellas para abrirlas y enterrar mi boca entre ellas.  Mi boca se encargó de recorrer cada centímetro de aquella maravilla de paisaje.  Su contoneo continuó y entre murmullos casi me rogó que la volviera a penetrar.


Me puse de pie y terminé de quitarme el pantalón.  Tome mi erecto miembro y la penetre con facilidad.  Agarré sus caderas y comencé a atacarla con más fiereza que la de los vientos del huracán atacaban la isla.  Su cuerpo me decía que le encantaba como lo hacía y eso causaba que mis más salvajes deseos se apoderaran de mí.   Solté mi mano derecha de sus caderas y la agarre por el pelo entrelazando mis dedos en él.  Con agarre firme continúe mi penetración hasta que el sonido de nuestros cuerpos aplaudiendo igualaba el sonido del viento que golpeaba las ventanas.  En este momento no me importaba que me sorprendieran en el acto.  Los golpes cada vez eran más sonoros y Juliana no pudo contener más sus ganas de gemir.  Gimió fuerte y eso hacía que yo me esmerara más por darle placer.  Era como si en ese momento quisiera que todos se enteraran que había cruzado finalmente esa línea.  Mis movimientos siguieron fuertes hasta que solté su pelo para agarrar nuevamente sus caderas y dar la última estocada.   Cuando sentí que iba acabar saque mi pene y este derramó todo su deseo en toda la parte trasera de Juliana.  Caí exhausto en el mueble junto a Juliana que aún estaba clavada al espaldar de este.


Aquella noche lo volvimos a hacer dos veces más.  Ella fue al cuarto de madrugada y allí durmió en la cama que le habían dejado.  Yo me di un frio baño y también pude dormir no sin antes pensar mucho en lo que había pasado.  Tenía una mezcla de sentimientos.  Juliana era la ex novia de un amigo y la había hecho mía esa noche.  Los sentidos de persecución empezaron a apoderarse de mi pero aun así me dormí.  Al despertar ya casi todos estaban levantados y mirando por la ventana.  El huracán hizo algunos daños, pero como tuvo un movimiento al norte no fueron como su intensidad ameritaba.  Rosabel ya había hecho café para todos.  Mientras me unía al grupo de los despiertos los miraba para ver si alguno había notado lo que había pasado horas antes.  Todos parecían ignorar los hechos y eso me dio tranquilidad.  Al rato se nos unió Juliana.  Como pudo me pregunto si alguien había notado algo, al parecer ella también sufrió de sentimientos de persecución como yo.  Cuando le dije que entendía que nadie había notado nada se calmó.


Ya el huracán había pasado y la gente comenzó a retirarse a sus casas.  Cuando Juliana y yo nos fuimos a despedir de Rosabel esta nos sorprendió diciéndonos que nos fuéramos y gozáramos de nosotros sin tener que contenernos.  Ante la mirada pasmada de ambos ella nos contestó con su natural mirada picara que yo no era el único que me sabia esconder para disfrutar un buen espectáculo.

 

Cayo Cardona


La rutina es un mal que afecta a todos y dado a eso uno grupo de amigos nos hemos dado a la tarea de hacer una agenda de viajes.  La mayoría de los viajes son de turismo interno pues mi isla del encanto es bella y rica en lugares para pasarla bien.   Para ese viaje las opiniones estaban divididas entre aventuras en la montaña o un fin de semana acampando en un islote al sur de la isla.  Finalmente decidimos la aventura acuática pues un amigo del grupo quería estrenar su recién reparado bote y como estamos en septiembre sabíamos que tendríamos la isla para nosotros. 

 

Salimos viernes en la mañana con una marea que no hacía fácil la travesía.  El grupo lo componíamos originalmente cinco personas.  Un matrimonio, Rosabel la chica “wild” del grupo, Jaime el dueño del bote y yo.  Dado a que yo iba con intenciones de ver cuán salvaje podía ser Rosabel, Jaime nos pidió que invitáramos a alguien para que le hiciese compañía en caso de quedarse solo en aquella playa.  Después de pensar en candidatas se me ocurrió invitar a una amiga mía.  Juliana es una chica que recién terminaba una relación con alguien muy cercano a mí.  La cercanía dada a su relación hizo que se convirtiera en mi gran amiga, la que conoce todos mis secretos.  Amistad que siempre paso por debajo del radar de su exnovio y de todas mis relaciones. 

 

Ya en la isla montamos un campamento y comenzamos a disfrutar en grupo de aquella paradisiaca playa.  En la isla solo había unas personas y ya estaban recogiendo sus cosas para regresas a la isla grande dejándonos aquel paraíso solo para nosotros. Ese primer día hicimos actividades en grupo y la pasamos muy bien.  Juliana hizo muy buena química con Rosabel. La realidad es que nunca hizo química con Jaime pues ella compartió con Rosabel y conmigo la mayor parte del tiempo. 

 

Paso el día y la gente se fue retirando a dormir.  Cuando fui a mi caseta vi que las chicas estaban en ella y no me habían dejado mucho lugar para yo dormir.  Cuando le pregunto a Rosabel que porque no me dejaban espacio me dijo en son de broma que quería estar sola con Juliana y que Juliana sería solo para ella esa noche.  Ese comentario fue acompañado de su cara de traviesa.  Realmente entendí que esa noche no sería mi oportunidad de tener algo con ella.  Como pude me acomodé en una esquina y todos quedamos rendidos.

 

Al levantarnos al otro día vimos que la pareja de casados estaba hablando con Jaime sobre ir a su casa durante el día pues habían escuchado de una tormenta que se había formado y que podría tener algún efecto en el área local.  Preferían irse y para prepararse para la tormenta, aunque no era seguro su paso por la isla.  Nos dieron la opción de todos irnos, pero Rosabel, Juliana y yo entendimos que no era nada para preocuparse y nos quedamos para seguir disfrutando el día. 

 

Durante el paso del día disfrutamos los tres juntos, pero me poco a poco fui sintiendo fuera del grupo ya que, aunque se acababan de conocer ya tenían varias bromas que solo ellas entendían.  El alcohol hizo que me incluyeran en los chistes internos.  Quizás el alcohol fue mucho pues cuando me di cuenta las dos chicas se habían quedado dormidas bajo una palma. Decidí dejarlas descansar y busqué mi cámara para entretenerme. 

 

Me fui por la isla a sacar fotos de los hermosos paisajes que allí se esconden.  Llegue al faro que está en la parte alta de la isla y tome cientos de fotos de todos sus ángulos.  Como pude me subí a la parte más alta y comencé a tomar fotos panorámicas.  

Estaba fascinado con aquella vista paradisiaca.   Enfocando la cámara pude notar dos siluetas en una parte de la isla alejada del campamento.  Haciendo un acercamiento con la cámara pude notar que mis amigas se habían ido a la orilla de la playa a tomar un baño de sol.   También pude notar que en ese momento se estaban quitando la parte de arriba de sus trajes de baño.  Esa escena capto totalmente mi atención.   Podía notar lo que estaba pasando, pero no podía apreciar bien los detalles de sus cuerpos. 

 

Baje del faro y camine en dirección de donde ellas estaban.  Sin hacer ruido llegue lo suficientemente cerca de ellas como para poder ver.  Me escondí detrás de unos arbustos y pude notar mejor la curvatura de sus cuerpos.  Pude notar los pechos de Rosabel, que denotaban la firmeza que el bisturí y la silicona logran formar.  Eran impresionantemente esbeltos y muy bien hechos y daban muestra de que habían cogido sol recientemente.  Del otro lado estaba Juliana con sus naturalmente grandes pechos.  A juzgar por su blancura podría decir que era la primera vez que veían la luz del sol de esa manera.

 

Poco tiempo después de yo llegar allí se voltearon para tomar sol en sus desnudas espaldas.  Juliana trataba de pasarse loción bloqueadora, pero no alcanzaba a llegar a toda su espalda.  Rosabel, con sonrisa maliciosa se ofreció a ayudarla.  Primero fueron los hombros, luego la espalda alta y media.  Cuando llego la parte de la cintura pude ver como Rosabel se sonrió y se bajó a decirle algo al oído a Juliana.  Juliana dio una señal de aceptación, pero con cierta duda en su cara.  Luego de esto Rosabel comenzó a pasarle la loción por la espalda baja y llego a las nalgas.  Podía ver que inicialmente Juliana lucia tensa, pero a medida que sentía las manos pasando la loción su cara se relajó.  Una vez termino de pasarle toda la loción Rosabel se detuvo y nuevamente le dijo algo hay oído.  Por lo que pude entender, Juliana le contesto que en esas partes no necesitaría ayuda.  A lo que Rosabel pícaramente insistió.  Al parecer la picardía de Rosabel hizo que Juliana bajara la guardia. 

 

Juliana se volteó nuevamente boca arriba y Rosabel comenzó a pasarle la loción desde las piernas hacia arriba.  Conocía las historias de Rosabel y no era secreto que era bisexual lo que me daba ideas de sus intenciones ocultas.  Eso y el contacto de los dos cuerpos había comenzado a causar efectos en mí.  Rosabel continuó su trabajo casi como estuviera dando un relajante masaje.  Podía ver que la cara de Juliana había cambiado a una relajada.  Se sentía cómoda con las manos que frotaban todo su cuerpo.  Una vez Rosabel llego a sus pechos se detuvo.  Se acomodo más cerca de lo que estaba antes y comenzó a frotar ambos senos a la vez.  No recuerdo haber visto loción en sus manos en ese momento lo que me hizo pensar que esa acción era solo con propósitos de palpar el cuerpo de su nueva amiga.  Frotó sus senos ya dejando ver sus intenciones directamente.   Juliana que para ese entonces tenía sus ojos cerrados los abrió y la miro confundida.  No entendía bien lo que allí estaba pasando.   Cuando iba a hablar, Rosabel le puso un dedo en la boca para que hiciera silencio.  Le dijo que confiara en ella y siguió su masaje centrado en sus pechos.  Juliana giro la vista hasta cerca de donde yo estaba y allí tuve que esconderme.  Ella evidentemente no quería hacer contacto visual con su masajista.  Era como si se avergonzara de sentir el placer que aquel acto causaba. 

 

Cuando pude volver a mirar, noté que Rosabel le hablaba al oído a Juliana.  La miraba fijamente mientras seguía tocando sus pechos, esta vez con los dedos frotando sus pezones.  Cuando cambio la vista fue solo para inclinarse hacia los pechos de Juliana y comenzar a besar sus pezones.  Esto hizo que Juliana arqueara su espalda repentinamente. Su reacción fue la aprobación que Rosabel necesito para dejar salir sus instintos salvajes y dejar correr su erotismo sin límites.  Rosabel tenía los pechos entre sus manos y alternaba su boca entre ambos pezones.  Pude ver como el movimiento corporal de Juliana indicaba que disfrutaba lo que le hacían.  Ya su respiración era agitada y sus manos se clavaban en la arena.  Para ese entonces ya yo tenía una erección completa.  Sabía que Rosabel era atrevida pero nunca pensé que lograría lo que estaba haciendo. 

 

Me concentré en la cara que ponía Juliana y estaba pendiente a ver si se le escapaba un gemido.  La voz fina de Juliana siempre me había dado mucha curiosidad pues siempre había pensado que con ese timbre de voz se deberían escuchar increíbles sus gemidos.  Mas que disfrutar el trabajo que hacia Rosabel lo que captaba mi atención y la causa de mi excitación era la respuesta corporal de mi amiga.  

 

Luego de cierto instante pude ver que el tan esperado gemido llego acompañado de muchos más.  Cuando mire el panorama completo note que Rosabel tenía una mano dentro del tanga de Juliana.  Sus gemidos iban directamente conectados con los movimientos de la mano dentro de su tanga.   Ya cuando esto ocurría mi mano ya frotaba mi bulto.  Sus gemidos me excitaron como hacía tiempo no lo hacía.  Ya no podía contenerme.  

 

Busqué una mejor posición que me permitiera ver aquella escena de más cerca.  Cuando vi nuevamente Rosabel estaba entre sus piernas.  Había movido el tanga hacia el lado y la penetraba con sus dedos directamente.   En el momento que su lengua hizo contacto con el cuerpo de Juliana, esta gimió de tal manera que se escuchó por toda la isla.  Su excitación estaba en su punto máximo, ella misma se tocaba los pechos y yo la disfrutaba.  Ya no aguantaba, ya a ese entonces habíamos sincronizado movimientos.  Me frotaba al mismo ritmo que ella era penetrada por los dedos de Rosabel.  El ritmo que llevaban sus dedos y los movimientos de su boca dando placer eran casi perfecto y los gemidos lo confirmaban.  Llego un momento en que el placer que recibía Juliana era tanto que se empezó a contorsionar por aquella playa mientras Rosabel nunca la soltó.  Ambos seguimos frotando al mismo ritmo hasta que yo no pude más.  Descargué toda mi excitación allí mismo y varios segundos más tarde lo hizo Juliana.  

 

Me quede quieto para no ser descubierto por las ya recompuestas bellezas.  Rosabel se reía mientras Juliana no podía esconder su cara de pasmada.  Pude escuchar cuando Juliana le dijo que no quería que eso se supiera y Rosabel le dijo que eso sería un secreto solo entre ellas.  Juliana le pidió volver al campamento lo que hizo que yo saliera corriendo.  Tenía que borrar los rastros en mi pantalón antes de llegar a su encuentro.   Me metí a la playa cerca del campamento justo antes de que ellas llegaran.  También a lo lejos se veía el bote de Jaime de regreso.  Ellas no daban ningún indicio de lo que allí había pasado. 

 

Cuando nos reunimos todos no podía despegarme de Juliana.  Ya no la podía ver igual, ver su desnudez y la manera en que su cuerpo reacciono al placer había despertado un gran deseo por ella.  La sencillez de Juliana junto a lo maravilloso de su respuesta sexual me tenía fascinado.  Rosabel y su sensualidad había pasado a un segundo plano.   Lo curioso de todo es que sabiendo quien era no sentía culpa por aquello que había nacido.

 

Jaime venia con noticias de que teníamos que irnos urgentemente de la isla.  La tormenta que estaba cerca de las Antillas se había convertido en un gran huracán llamado Irma y se acercaba peligrosamente a la isla.   Recogimos rápido y no perdimos tiempo para salir.  Cuando pude estar solo con ella en una esquina del bote le pregunté como la había pasado.  Ella me comentó que había vivido una experiencia que nunca había pensado que iba vivir.  Dándome el desentendido le pregunte que si era buena o mala la experiencia.  Ella me contestó que había sido extrañamente muy buena.  Sin pedir detalles le pregunte qué había sido lo mejor de lo que había vivido a lo que ella me contesto que la experiencia fue buena pero lo mejor y más excitante era saber que yo la estaba viendo recibir placer y que por mí fue que no paró el encuentro una vez este comenzó.